Silvia Rodríguez Coladas, periodista y directora de prensa de una editorial.
Las sucesivas oleadas de nuevas formas de comunicación y de nuevos medios han abierto a la literatura un abanico de posibilidades para su conocimiento y expansión, algunas inimaginables hace pocos años, como es el caso de internet.
No cabe duda de que no sería tiempo perdido, al menos para su autor, escribir una obra que permaneciera oculta, pero sí sería una lástima que los pensamientos, relatos o sabiduría que contiene, no pudieran ser compartidos con el resto de los mortales y dejaran de aportarnos los maravillosos momentos que nos proporciona su lectura. Por ello, siempre es positivo tener la mayor información posible de la oferta literaria, no sólo de las novedades, sino también de aquellos títulos que, escritos hace muchos años, incluso en siglos pasados, pueden presumir de la vigencia de su contenido.
El libro, por eso, necesita como agua de mayo esa publicidad que le otorgan los medios, pero, ¿es suficiente la que tenemos en nuestro país?
Entre los actuales medios la televisión continúa ocupando el puesto más que destacado, aunque en la actualidad le haya hecho algo de sombra internet. Salir unos segundos en la tele, especialmente en las cadenas de más audiencia, supone una forma muy rápida de llegar al mayor número de personas posible.
Si nos centramos en la programación de las distintas cadenas de difusión nacional, y el espacio que semanalmente dedican a los libros, el panorama no puede ser más desolador.
Recuerdo que cuando la 2 de TVE, inició, hace no mucho, la andadura de su programa “Pagina 2”, leí varias críticas en la prensa que no lo dejaban en excesivo buen lugar. ¿No es mejor alabar la idea de que por fin haya un programa dedicado enteramente a los libros, con un formato popular y en un horario “normal”, cuando antes apenas había nada? Por supuesto, no será perfecto como tampoco creo que lo sea ningún otro, pero a mí, particularmente, me pareció una buena idea que respondía a la necesidad de un grupo de población a la que le gusta leer y que puede acercarse un poquito más a los libros, conociendo a autores, editores, títulos nuevos del mercado o reediciones de otros libros antiguos. El valor añadido era su horario de tarde y no de madrugada, circunstancia que suele condenar a los programas casi al ostracismo desde su nacimiento.
Sin embargo, las cadenas que emiten su programación a nivel nacional, deberían aprender de otras televisiones más modestas o que, no siendo modestas, tienen su audiencia restringida a una comunidad autónoma, en las que sí existen más espacios culturales y dedicados exclusivamente a la literatura.
Un amigo me comentaba el otro día, que la gente ve en la tele lo que le echen. Si son programas basura, ven programas basura, si son documentales, ven documentales... Que los tan numerosos programas del corazón no responden a una demanda real de los ciudadanos. La verdad es que no lo sé. Creo que la gente enciende la tele para desconectar, para olvidarse de sus problemas diarios, para divertirse o simplemente para relajarse. Pero si es así, ¿no estaría bien algún espacio más dedicado a los libros? ¿Qué mejor que tener información para poder elegir un libro que al fin y al cabo, es un medio para soñar, reír, llorar, evadirte, imaginar, viajar y todo esto, sin moverte de casa y con un coste mínimo en comparación con otras formas de ocio?
Es triste que se le dedique tan poco tiempo a la literatura en la televisión.
No podemos decir lo mismo de las emisoras de radio. Aquí sí que hay más programas que dedican un pequeño espacio al menos a reseñar libros, y con ello, a ayudarnos a elegir mejor el título que puede ir con nuestros gustos. Y la mayoría no son programas literarios, sino, culturales o simplemente de actualidad, pero que tienen la deferencia de considerar a los libros un elemento más del panorama social.
También hay que dar la enhorabuena a la prensa escrita. Muchos periódicos, tanto nacionales como regionales o locales, dedican un día a la semana a publicar un suplemento dedicado íntegramente, o en parte, a los libros. Además de la información que habitualmente aportan en sus páginas diarias de cultura.
De las revistas podemos decir otro tanto. Las relativas a estilo de vida, tanto femeninas como masculinas, las del corazón o las de moda, casi siempre nos brindan una o dos páginas con sus recomendaciones literarias.
Las publicaciones especializadas en historia, en salud, en viajes, en astronomía, en ciencia, en educación infantil, en misterios.... casi todas hacen lo propio, e invierten la página de rigor en reseñas literarias, eso sí, normalmente de títulos acordes a su temática.
Por suerte, también podemos encontrar publicaciones exclusivamente literarias en el quiosco, para gente, (¡que la hay!), que considera el libro un artículo de primera necesidad. Su formato es muy ameno combinando reportajes de muy diferentes temas que siempre nos redirigen a la literatura, con reseñas de libros concretos clasificados según temática.
Las hay más populares, que intentan y creo que consiguen, mostrarnos la literatura como algo divertido (ahí ya entra el gusto de cada uno sobre con qué temas se divierte) y otras más, digamos, “intelectuales” a lo mejor, no tan amenas para el gran público, pero necesarias también para personas que buscan cosas diferentes, alternativas a la literatura más popular.
Por desgracia, he leído hace unos días que son las revistas culturales las que reciben menos respaldo económico procedente de la publicidad. Parece que despiertan menos interés para los anunciantes que las dedicadas a otros temas, como las revistas femeninas, de decoración y del corazón que son las que lideran el ranking en inversiones publicitarias.
Y ya por último, internet. Cientos de portales, unos más profesionales como los periódicos digitales, otros más domésticos pero no menos útiles, expanden información literaria y nos ayudan a elegir nuestro libro.
Como novedad más o menos reciente en este medio, destaca la promoción de libros a través de “Youtube”, una web en la que se pueden colgar vídeos sobre cualquier cosa y que en el caso de los libros, se hace, a modo de tráileres, como si de la promoción de una película se tratase. Normalmente lo hace la editorial o a veces, el propio autor.
Colabora en la difusión de la literatura también, los numerosísimos blogs que salpican el panorama cibernético, con opiniones de todo tipo y relativas a todos los temas que nos podamos imaginar, entre ellos los libros. Y su existencia, no es precisamente anecdótica. Son muy abundantes, y suelen estar especializados en los distintos géneros literarios.
Si las opiniones vertidas en ellos, vienen de personas a las que tenemos en gran estima por su preparación intelectual, su oficio o profesión, o por cualquier otra razón que a nosotros nos parezca digna de tener en cuenta, también constituyen un buen cauce para que el libro participe de la vida pública.
El blog ya es considerado por muchos, como un nuevo género literario y tiene la ventaja de que es una ventana abierta, en la que participan de forma directa los internautas y su autor, haciéndola dinámica y en continua evolución.
Resumiendo, la visión de conjunto sobre la relación entre los libros y los diferentes medios de comunicación es optimista, aunque la programación televisiva, a mi juicio, es la que falla, y nos baja mucho la nota media que podríamos dar. Y es una verdadera pena, porque no todo el mundo lee el periódico, ni tiene internet, pero la inmensa mayoría de los ciudadanos tiene una tele en casa que enciende a diario. En fin, no perdamos la esperanza...