lunes, 18 de febrero de 2008

UN LUGAR PARA DAR FORMA A LOS SUEÑOS: ESCUELA DE ESCRITORES




Como ya vimos en nuestro post anterior, las vías que tiene un escritor en ciernes para aprender, perfeccionar o simplemente compartir sus habilidades, técnicas o historias cada vez son mayores. En este época en la que las tecnologías llegan a casi todos los hogares, las personas con ansías de escribir, que no dispongan de mucho tiempo o que vivan en lugares en los que las escuelas o talleres no lleguen, pueden recurrir a Internet para allí, a través de los talleres on-line acceder a la práctica totalidad de los servicios que estos ofrecen a sus alumnos presenciales.

La escuela de escritores es una de estas instituciones que tanto bien hace al mundo literario. En su página no sólo tendremos acceso a la información y forma de matricularse en los distintos cursos que ofrecen tanto on-line, como en persona, si no que también tiene apartados dedicados a las herramientas necesarias para el día a día del escritor, también tiene una sección de premios literarios, unos convocados por ellos mismos y también acceso a los convocados por otras entidades. Los premios son una buena prueba de fuego para los escritores y además sirven para foguearse y darse poco a poco a conocer en el mundillo literario, no muy grande por cierto. También tienen apartados donde recomiendan lecturas y un servicio de corrección de textos, que recomendamos utilizar antes de presentar los escritos a cualquier concurso o editorial. Además de estos apartados también tienen noticias, una sección en la que detallan sus actividades y varias cosas de esa índole.

Escuela de escritores ofrece una amplia gama de cursos presenciales en Madrid (alguno de ellos bastante originales como el de literatura erótica), además también ofrece sus servicios pero con una oferta mucho más reducida en Zaragoza y Burgos. En lo que a cursos por Internet se refiere la oferta se amplía muchísimo, ofreciendo desde cursos intensivos hasta anuales, pasando por trimestrales y semestrales, algunos de ellos como el de “mitología y literatura”, que nos han llamado bastante la atención. Algo también novedoso en Escuela de escritores, es que también tienen una sección de cursos para empresas, aunque para lo que a nosotros respecta, esta última sección es residual, como así son los servicios que presta.

En definitiva, podemos asegurar que aunque Escuela de escritores, no tenga el prestigio ni la solera de otros centros de talleres y cursos literarios, como bien pudieran ser los de Fuentetaja, ofrece una amplia gama de recursos y de profesores-guías, así como muchas facilidades para los que no residen en las tres ciudades en las que tienen sede. Por ello y por la originalidad de algunos de sus cursos, que van más allá, del clásico “iniciación al relato” o “iniciación a la novela”, aunque de estos también hay, no podemos más que recomendar su visita a los interesados, como dijimos al principio, en aprender, perfeccionar o simplemente compartir, sus técnicas, habilidades, ideas e historias; en definitiva, los que sueñan con crear mundos y quieren saber como darles forma.
http://www.escueladeescritores.com/


Sergio Remedios.
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Traducción y (auto)suficiencia





MANUEL RODRÍGUEZ RIVERO 13/02/2008

Entre las cosas que más envidia suscitan a la hora de analizar la industria editorial están la transparencia, rapidez y precisión con que en los países anglófonos se elaboran las estadísticas que le conciernen. En España manejamos al menos tres fuentes contradictorias: la que publica el Ministerio de Cultura a partir de la insuficientemente depurada base de datos de la Agencia del ISBN, por cuya transferencia y privatización siguen clamando los editores; la del INE, basada en sus propias encuestas; y la del Comercio Interior del Libro, que suministra la Federación de Gremios de Editores, y que se sustenta en los datos facilitados por las empresas editoriales. Para que los lectores se hagan una idea de las discrepancias entre ellas, basta una muestra: el número de títulos editados en 2006 habría sido, dependiendo de la fuente, de 77.330, 66.270 o 68.930, respectivamente. Y, en cuanto a la tirada media, una de las más bajas de Europa, las cifras oscilan entre 3.859 y 4.905 ejemplares por título.

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Envidio las estadísticas editoriales que se llevan a cabo en el Reino Unido y Estados Unidos, aunque no necesariamente lo que de ellas se desprende. Entre las que cada año espero con impaciencia está la que se refiere a los préstamos en las bibliotecas del Reino Unido, en la que se basa el reparto que compensa económicamente a los autores por el uso público de sus obras (¿quién teme al canon feroz?). Como suele ocurrir, entre los 100 libros más solicitados no figura ninguno, absolutamente ninguno, que sea una traducción. A propósito, ignoro si en nuestro complejo sistema bibliotecario se publican puntualmente estadísticas globales que nos permitan saber qué tipo de libros interesan (o no) a los prestatarios.

También Nielsen Bookscan, prestigiosa empresa internacional en el estudio del mercado del libro, ha dado a conocer la lista de los best-sellers en Estados Unidos durante 2007. Entre los 20 primeros (con ventas que oscilan entre los siete millones y los 495.000 ejemplares), no se encuentra ninguno cuya lengua original no sea el inglés.

Contemplada globalmente, la reluctancia a las traducciones en el mundo anglófono se hace más patente. En 2004, último año del que he podido obtener datos globales, se editaron 375.000 títulos en el conjunto de los países de habla inglesa, de los que sólo 14.440, un mero 3,85%, fueron traducciones. Compárese el dato con el que suministra la agencia española del ISBN, según la cual las traducciones supusieron el 28,2% del total de nuestra producción editorial en 2006.

En lo que al castellano se refiere, y a pesar de que en los últimos años un puñado de autores españoles e hispanoamericanos (casi todos novelistas) han logrado desafiar la proverbial impermeabilidad del mercado anglófono, esta situación viene durando demasiado. Especialmente en EE UU, donde viven 40 millones de hispanos, de los que al menos 28 millones hablan español habitualmente. Como curiosidad, entre las listas anuales de best-sellers publicadas entre 1900 y 1999, sólo tres obras de autores hispánicos (una de ellas escrita en inglés) lograron ocupar uno de los 10 primeros puestos: Los cuatro jinetes del Apocalipsis, de Blasco Ibáñez (en 1919); The last puritan, de George Santayana (en 1935), y Como agua para chocolate, de Laura Esquivel (en 1993).

Las traducciones han sido, desde la Epopeya de Gilgamesh en adelante, uno de los más fecundos puentes entre culturas y civilizaciones. Que el país más poderoso de la Tierra se muestre tan empecinadamente carente de curiosidad por lo que se escribe en otras lenguas no es un buen síntoma. Como, al revés, quizás sea también signo de cierto papanatismo provinciano el hecho de que casi el 50% del total de lo que se traduce en España provenga de la lengua de Shakespeare, convertida ahora en koiné imperial. Así estamos.

Publicado por El País