viernes, 8 de febrero de 2008
jueves, 7 de febrero de 2008
Éxito con acento catalán
Por el periodita: José A. Muñoz
Una de las cosas interesantes que se pudieron comprobar en la famosa Feria del Libro de Francfort de 2007, fue el éxito del que disfrutan algunos autores catalanes en tierras alemanas, algo que se extiende al resto de Europa. Carme Riera, Quim Monzó o Maria Mercè Roca son habituales en la Feria y sus obras muy bien valoradas por crítica y público germanos. En España, más proclives a lanzarnos en brazos del best seller anglosajón, no parece encajar el tipo de literatura influenciada por centroeuropa, que es la que predomina en catalán, mientras que otros libros cercanos a las tendencias de la novela histórica, el misterio esotérico o el género negro, se traducen al castellano con excelentes resultados. A veces, el triunfo en las listas de ventas de obras más comprometidas, como las de Eduard Márquez –una de las voces más selectas-, Albert Sánchez-Piñol o Imma Monsó, provoca la traducción (antes o después) y el reconocimiento en el resto del país. Pero sus obras no cumplen las recetas de fabricación del best seller aplicadas por Ken Follet y que se basan en la rapidez, la demanda del mercado y el lenguaje cinematográfico. Aún existe cierta reticencia a todo lo que no venga acompañado de una fuerte campaña de marketing, pese a que los mal denominados “autores periféricos” tienen mayor presencia en las librerías.
Escritor Quim Monzó
Sin embargo, el sector editorial no es ajeno a las modas y, ya sea por encargo o por casualidades de la vida, se ha encontrado un filón en el género del thriller histórico o en la gran novela ambientada en períodos concretos de la historia como La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, La catedral del mar, de Ildefono Falcones (estas dos, primero publicadas en castellano), El cuarto reino, de Francesc Miralles o La clave Gaudí, escrito por Esteban Martín y Andreu Carranza. Se trata de obras que siguen las pautas de lo inmediato, novelas que deben tenerse en cuenta porque siguen tendencias que miles de lectores buscan: sentirse atrapados, devorar el gran número de páginas de las que se componen, acción sin descanso y, en algunos casos, personajes planos. Una fórmula que, bien utilizada, crea adicción. En cada una de ellas encontraremos mejor o peor estilo narrativo, más o menos cuidadas las formas, un arduo trabajo de investigación previo o unas limitadas informaciones extraídas de wikipedia.
¿Estamos hablando de best seller catalán? ¿De autores que van a continuar trabajando en esta línea con éxito? No creo que sea el caso de todos ellos. Nos olvidamos de que el género ya es habitual en lengua catalana. La novela histórica, con intriga o sin ella, permanece activa en catalán de la misma manera que la novela negra, ahora tan bien valorada, mantiene una constante buena salud desde los primeros tiempos de Pepe Carvalho. Que, fruto de lo casual, hayan aparecido estos títulos, no nos predispone a imaginar una especie de “Made in Catalunya” para el best seller. Mejor pensemos en que el sector editorial tiene una fuerte presencia en Barcelona, en que las mejores agentes literarias están en Barcelona y en que muchos autores, catalanes de origen o afincados en Catalunya, también viven en Barcelona. Y entendamos que el best seller es un libro fabricado para serlo por una industria sometida a la influencia de lo que se nos impone. Por eso los editores son los primeros sorprendidos del éxito de John Boyne (El niño con el pijama de rayas) o de Vassili Grossman (Vida y destino), esperanzas de que no todo acaba con Da Vinci.
Una de las cosas interesantes que se pudieron comprobar en la famosa Feria del Libro de Francfort de 2007, fue el éxito del que disfrutan algunos autores catalanes en tierras alemanas, algo que se extiende al resto de Europa. Carme Riera, Quim Monzó o Maria Mercè Roca son habituales en la Feria y sus obras muy bien valoradas por crítica y público germanos. En España, más proclives a lanzarnos en brazos del best seller anglosajón, no parece encajar el tipo de literatura influenciada por centroeuropa, que es la que predomina en catalán, mientras que otros libros cercanos a las tendencias de la novela histórica, el misterio esotérico o el género negro, se traducen al castellano con excelentes resultados. A veces, el triunfo en las listas de ventas de obras más comprometidas, como las de Eduard Márquez –una de las voces más selectas-, Albert Sánchez-Piñol o Imma Monsó, provoca la traducción (antes o después) y el reconocimiento en el resto del país. Pero sus obras no cumplen las recetas de fabricación del best seller aplicadas por Ken Follet y que se basan en la rapidez, la demanda del mercado y el lenguaje cinematográfico. Aún existe cierta reticencia a todo lo que no venga acompañado de una fuerte campaña de marketing, pese a que los mal denominados “autores periféricos” tienen mayor presencia en las librerías.
Escritor Quim Monzó
Sin embargo, el sector editorial no es ajeno a las modas y, ya sea por encargo o por casualidades de la vida, se ha encontrado un filón en el género del thriller histórico o en la gran novela ambientada en períodos concretos de la historia como La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, La catedral del mar, de Ildefono Falcones (estas dos, primero publicadas en castellano), El cuarto reino, de Francesc Miralles o La clave Gaudí, escrito por Esteban Martín y Andreu Carranza. Se trata de obras que siguen las pautas de lo inmediato, novelas que deben tenerse en cuenta porque siguen tendencias que miles de lectores buscan: sentirse atrapados, devorar el gran número de páginas de las que se componen, acción sin descanso y, en algunos casos, personajes planos. Una fórmula que, bien utilizada, crea adicción. En cada una de ellas encontraremos mejor o peor estilo narrativo, más o menos cuidadas las formas, un arduo trabajo de investigación previo o unas limitadas informaciones extraídas de wikipedia.
¿Estamos hablando de best seller catalán? ¿De autores que van a continuar trabajando en esta línea con éxito? No creo que sea el caso de todos ellos. Nos olvidamos de que el género ya es habitual en lengua catalana. La novela histórica, con intriga o sin ella, permanece activa en catalán de la misma manera que la novela negra, ahora tan bien valorada, mantiene una constante buena salud desde los primeros tiempos de Pepe Carvalho. Que, fruto de lo casual, hayan aparecido estos títulos, no nos predispone a imaginar una especie de “Made in Catalunya” para el best seller. Mejor pensemos en que el sector editorial tiene una fuerte presencia en Barcelona, en que las mejores agentes literarias están en Barcelona y en que muchos autores, catalanes de origen o afincados en Catalunya, también viven en Barcelona. Y entendamos que el best seller es un libro fabricado para serlo por una industria sometida a la influencia de lo que se nos impone. Por eso los editores son los primeros sorprendidos del éxito de John Boyne (El niño con el pijama de rayas) o de Vassili Grossman (Vida y destino), esperanzas de que no todo acaba con Da Vinci.
martes, 5 de febrero de 2008
LA GENERACIÓN NOCILLA
Nuevos vientos literarios
En mitad del Edén, según narra el relato Bíblico, había un árbol cuyo fruto estaba prohibido a la raza humana. Si algún hombre comía de él, automáticamente se condenaba a perder el paraíso y a conocer el bien y el mal. En medio del paraíso de “Nocilla Dream”, un álamo solitario soporta el fruto de muchos caminos que no llevan a ninguna parte.
Algunos ya hablan de “Generación Nocilla”. Este término, acuñado por Elena Hervia y Nuria Azancot, quiere identificar a una nueva generación de escritores españoles. El acto inaugural, en toda generación debe haber un hecho simbólico, fue el Atlas Literario Español en junio del 2007, donde Seix Barral y la Fundación José Manuel Lara, hicieron de mecenas de la “generación” de iconoclastas y anti-comerciales “jóvenes” escritores. El mecanismo comercial ya está en marcha, cada diez años hay que encontrar un grupo de escritores que alivie la arteriosclerótica literaria española, el libro de Agustín Fernández Mallo como punta de lanza, sirve de coartada para forjar la idea una nueva generación de “escritores rebeldes”.
Los críticos han celebrado la llegada de esta nueva generación que cumple sus expectativas cirróticas, colaborando de esta manera con las editoriales que viven a la sombra de “las vanguardias literarias” y los grandes grupos, que dedican algunos de sus sellos a seguir alimentado la ilusión de la literatura independiente y no comercial.
Miembros de la "Generación Nocilla"
Algunos de los escritores introducidos en la pandilla literaria de los “Nocilla Dream” andan a la gresca para explicar lo que es y lo que no es la “nueva generación.” Vicente Luis Mora, uno de los elegidos, duda de que detrás del marketing del nombre se esconda algo más que humo literario, pero Eloy Fernández Porta, prefiere referirse a la nueva generación como “Generación Afterpop”.
El mundo de los libros observa como poco a poco el mensaje cala en los lectores despistados, siempre a la caza de la última novedad literaria, agotados de la literatura más puramente comercial.
Analicemos algunos de los rasgos que deben definir a una nueva generación. En primer lugar, tenemos el factor de la edad. Lo de “joven generación” suena a chunga cuando la mayor parte de sus miembros pasan de sobra la treintena. El que escribe el artículo, también se acerca preocupantemente a los cuarenta y joven, lo que se dice joven ya no lo es tanto. Además, la coincidencia de edad con la anterior generación de “rebeldes” de los años 90. Cuando Mañas, Loriga o Echevarria iban a convertirse en el futuro literario de nuestro país, produce la sensación de que es más de lo mismo. Que se nos considere jóvenes a los que estamos apunto de atravesar de sobra la mitad de la vida, demuestra hasta que punto lo tienen difícil los escritores más jóvenes, que deben conformarse con auto-publicarse en su blog o llorar por las esquinas de las editoriales, esperando secretamente que los popes literarios vayan muriendo para dejarles sitio. En segundo lugar, los parámetros estéticos que engloban a la “nueva generación”, unos modelos artísticos que se parecen a los abanderados por la generación de los 90, son de lo más trasnochado. Los rasgos principales de los “nocilleros” son la experimentación, uso práctico de las nuevas tecnologías, el relato fragmentado, el micro relato y el zapeo literario.
Más de lo mismo, parece ser el lema de los “jóvenes” rebeldes. Poca literatura, ningún argumento, nada que aportar, envuelto todo por un velo de intelectualidad y rematado con un lazo comercial. Un paquete que tendremos que recibir en casa cada vez que veamos una tertulia literaria, busquemos novedades en Internet o abramos una revista sobre libros.
El deprimente panorama literario para los escritores españoles que no se ajusten a los perfiles comerciales, la estable somnolencia de las editoriales que prefieren apostar sobre seguro o traducir a chinos, afganos y todo bicho viviente que parezca exótico y la inconsistente “Generación Nocilla” vaticinan años de sequía literaria y para eso no vale embalses.
Mario Escobar
Interesante blog sobre la Generación Nocilla: http://generacionnocilla.blogspot.com/
Los libros más leidos en las bibliotecas públicas españolas
No se puede calificar a los libros como malos o buenos. Aunque es cierto que en la actualidad se fabrican best seller con el único fin de vender, ya en su siglo, el XVIII, es de suponer que también los habría, y de hay la maldad de Joseph Joubert cuando escribió: “Amar tan sólo a las mujeres hermosas y respetar los libros malos... signo de decadencia”. Lo que Joseph Joubert, el fino moralista, el sintético y pudorosísimo espectador de la Francia ilustrada quizá no previó es que, casi trescientos años después, los libros malos no sólo se han hecho respetar, sino que ocupan los primeros puestos de las listas de los más prestados en las bibliotecas, esos hospitales del alma que, a juzgar por las recetas que expenden, pareciera que se han quedado sin medicinas.
Por orden, La sombra del viento, La catedral del Mar y El código da Vinci, son las tres obras más solicitadas por los madrileños que tienen (e, incluso, usan) el carné de la biblioteca. Tres best sellers, tres fenómenos editoriales de los últimos años. Dato que contrasta con éste otro: la primera obra de ensayo (no ficción) más prestada no aparece hasta más allá del puesto cincuenta.
Que la novela es el género literario abrumadoramente preferido por la mayoría de lectores, es un hecho que ni los más pesimistas videntes que fantaseaban con su inminente muerte (no será por inanición) pueden obviar. La novela, y concretamente la novela histórica, es casi ya sinónimo de éxito, al menos de éxito de ventas. ¿Razones? Es posible que aquella que dio Felix de Azúa en Lecturas Compulsivas no fuera muy desencaminada: “En veinte años la opinión pública ha pasado de considerar a la literatura como una herramienta de combate social a considerarla una diversión”. ¿Un cambio a peor? Seguramente sí, pero también a mejor en otros sentidos; por ejemplo, ya no es tan fácil dejarse intimidad por aquellos testarudos sacerdotes que aún proclaman “la cultura: todo lo que hay que saber”, y otros dogmas de fe igualmente plomizos.
El propósito de la novela también tiene que ser entretener. Una obra literaria que se jacte de serlo no puede prescindir del lector hasta tal punto de considerar su aburrimiento un requisito indispensable de su presunta profundidad. ¿Qué sucede pues con estas obras que hoy copan las estanterías de los más prestados en las bibliotecas? ¿Entretiene El código da Vinci? ¿Entretiene La Biblia de barro? Personalmente, creo que no. Y, que sin ir más lejos, la ‘fórmula Dan Brown’ es un artilugio carente de imaginación, sumamente previsible y repetitivo (entren si no en esta página, http://probar.blogspot.com, donde uno puede generarse a su gusto una nueva novela de dicho escritor con tan sólo hacer clic).
Entonces, ¿no hay alternativa? Por supuesto que sí. Best seller no tiene por qué ser sinónimo de mala literatura. En el mercado español hay títulos dignísimos y autores, no consagrados, que pueden decir mucho más (y mucho más rigurosamente) que aquellos de la lista sin por ello abandonar el sano (o insano) propósito de entretener al lector.
Si desde aquí reivindicamos el best seller español no es por burdo patrioterismo literario, sino porque estamos convencidos de que hay autores que merecen la pena, a pesar de ser muy leídos; de que hay autores que, sin ser muy leídos, merece la pena que lleguen a ser conocidos; y de que se puede escribir novela histórica desde el rigor y la honestidad... y lo que es el colmo de los colmos, consiguiendo entretener. A eso vamos.
Nacho Segurado
Los libros españoles más vendidos en Enero
LOS LIBROS ESPAÑOLES MÁS VENDIDOS EN ENERO
1. Un día de Cólera, Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara).
2. Villa Diamante, Boris Izaguirre (Planeta).
3. El Mundo, Juan José Millas (Planeta).
4. Tierra Firme, Matilde Asensi (Planeta).
5. Sin tetas no hay paraíso, Gustavo Bolivar Moreno (El Tercer Hombre).
6. El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez (Debolsillo).
7. La Sangre de los Inocentes, Julia Navarro (Debolsillo).
8. La Catedral del Mar, Ildefonso Falcones (Grijalbo).
9. Los crímenes del número primo, Reyes Calderón (RBA).
10. Dientes de leche, Ignacio Martínez de Pisón (Seix Barral).
1. Un día de Cólera, Arturo Pérez-Reverte (Alfaguara).
2. Villa Diamante, Boris Izaguirre (Planeta).
3. El Mundo, Juan José Millas (Planeta).
4. Tierra Firme, Matilde Asensi (Planeta).
5. Sin tetas no hay paraíso, Gustavo Bolivar Moreno (El Tercer Hombre).
6. El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez (Debolsillo).
7. La Sangre de los Inocentes, Julia Navarro (Debolsillo).
8. La Catedral del Mar, Ildefonso Falcones (Grijalbo).
9. Los crímenes del número primo, Reyes Calderón (RBA).
10. Dientes de leche, Ignacio Martínez de Pisón (Seix Barral).
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