martes, 5 de febrero de 2008
Los libros más leidos en las bibliotecas públicas españolas
No se puede calificar a los libros como malos o buenos. Aunque es cierto que en la actualidad se fabrican best seller con el único fin de vender, ya en su siglo, el XVIII, es de suponer que también los habría, y de hay la maldad de Joseph Joubert cuando escribió: “Amar tan sólo a las mujeres hermosas y respetar los libros malos... signo de decadencia”. Lo que Joseph Joubert, el fino moralista, el sintético y pudorosísimo espectador de la Francia ilustrada quizá no previó es que, casi trescientos años después, los libros malos no sólo se han hecho respetar, sino que ocupan los primeros puestos de las listas de los más prestados en las bibliotecas, esos hospitales del alma que, a juzgar por las recetas que expenden, pareciera que se han quedado sin medicinas.
Por orden, La sombra del viento, La catedral del Mar y El código da Vinci, son las tres obras más solicitadas por los madrileños que tienen (e, incluso, usan) el carné de la biblioteca. Tres best sellers, tres fenómenos editoriales de los últimos años. Dato que contrasta con éste otro: la primera obra de ensayo (no ficción) más prestada no aparece hasta más allá del puesto cincuenta.
Que la novela es el género literario abrumadoramente preferido por la mayoría de lectores, es un hecho que ni los más pesimistas videntes que fantaseaban con su inminente muerte (no será por inanición) pueden obviar. La novela, y concretamente la novela histórica, es casi ya sinónimo de éxito, al menos de éxito de ventas. ¿Razones? Es posible que aquella que dio Felix de Azúa en Lecturas Compulsivas no fuera muy desencaminada: “En veinte años la opinión pública ha pasado de considerar a la literatura como una herramienta de combate social a considerarla una diversión”. ¿Un cambio a peor? Seguramente sí, pero también a mejor en otros sentidos; por ejemplo, ya no es tan fácil dejarse intimidad por aquellos testarudos sacerdotes que aún proclaman “la cultura: todo lo que hay que saber”, y otros dogmas de fe igualmente plomizos.
El propósito de la novela también tiene que ser entretener. Una obra literaria que se jacte de serlo no puede prescindir del lector hasta tal punto de considerar su aburrimiento un requisito indispensable de su presunta profundidad. ¿Qué sucede pues con estas obras que hoy copan las estanterías de los más prestados en las bibliotecas? ¿Entretiene El código da Vinci? ¿Entretiene La Biblia de barro? Personalmente, creo que no. Y, que sin ir más lejos, la ‘fórmula Dan Brown’ es un artilugio carente de imaginación, sumamente previsible y repetitivo (entren si no en esta página, http://probar.blogspot.com, donde uno puede generarse a su gusto una nueva novela de dicho escritor con tan sólo hacer clic).
Entonces, ¿no hay alternativa? Por supuesto que sí. Best seller no tiene por qué ser sinónimo de mala literatura. En el mercado español hay títulos dignísimos y autores, no consagrados, que pueden decir mucho más (y mucho más rigurosamente) que aquellos de la lista sin por ello abandonar el sano (o insano) propósito de entretener al lector.
Si desde aquí reivindicamos el best seller español no es por burdo patrioterismo literario, sino porque estamos convencidos de que hay autores que merecen la pena, a pesar de ser muy leídos; de que hay autores que, sin ser muy leídos, merece la pena que lleguen a ser conocidos; y de que se puede escribir novela histórica desde el rigor y la honestidad... y lo que es el colmo de los colmos, consiguiendo entretener. A eso vamos.
Nacho Segurado
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